sábado, 23 de abril de 2011

El olor y el dolor están relacionados


 -Esta noticia trata sobre un estudio que revela algo sorprendente: las personas que no pueden sentir dolor, en muchas ocasiones tampoco pueden oler. Aunque no se saben los motivos de esta extraña relación se piensa que puede ser por la carencia del canal de sodio Nav 1.7, que se debe a una mutación de un gen. Este estudio servirá para avanzar en tratamientos contra la anosmia, o lo que es lo mismo, la falta de olfato, un sentido que es necesario para prever situaciones de riesgo (por ejemplo: oler humo indica que puede existir un fuego cerca) o para realizar otras acciones cotidianas como por ejemplo: comer (al comer el olfato amplifica el sabor del alimento).

Un equipo de científicos europeos liderados por el científico alemán Trese Leinders-Zufall ha establecido por primera vez un vínculo entre el sentido del olfato y el dolor: las personas con una mutación en el gen SCN9A, que incapacita para sentir dolor, tampoco pueden oler. Los resultados de esta investigación permitirán conocer mejor los factores genéticos asociados con la percepción olfativa.

Por el momento se desconoce la razón de esta relación entre el dolor y el olfato. Sin embargo, los investigadores han determinado que la ausencia del canal de sodio Nav 1.7 no afecta al potencial olfativo de las neuronas responsables de detectar del olor, sino que impide la transmisión de la información a los circuitos neuronales y, por tanto, no llega al cerebro. “Se trata de un problema de señalización. Las neuronas sensoriales olfativas detectan el olor, producen la señal eléctrica y son capaces de propagarla a lo largo del sistema nervioso hasta un determinado punto en el que se detienen y no logran ir más allá, fracasando en iniciar la señal sináptica”, explica Zufall, que ha dado a conocer sus conclusiones en la revista Nature.

Los investigadores no descartan que el mismo canal de sodio intervenga en algún otro de los cinco sentidos. "No tenemos una explicación de la conexión entre dolor y olor, pero podría ser que éste fuera un canal importante para múltiples sistemas sensoriales", indica el investigador. En este caso, añade, "los sujetos estudiados eran capaces de ver y escuchar, pero no se investigó el tacto o el gusto".

Los resultados de la investigación, que serán reproducidos en una muestra mayor, ayudarán a comprender los factores genéticos implicados en la percepción olfativa, y también en la ausencia de ésta. Aunque existe una larga lista de genes relacionados con la ceguera o la sordera, hasta ahora no existía conocimiento de ninguno que pudiese explicar la anosmia congénita. El descubrimiento de este gen podría conducir a terapias génicas para reactivar el sentido olfativo en las personas afectadas.

"El sentido del olfato es muy importante y cumple una función de supervivencia, cuando somos capaces de detectar peligros como fuegos, o, en el caso del mundo animal, donde se utiliza para poder oler a otros depredadores", subraya Zufall. Desde el punto de vista humano "permite enriquecer la experimentación de sensaciones en cuestiones como la comida. Aunque seamos capaces de comer sin oler, el olfato nos ayuda a mejorar nuestra experiencia y el placer que sentimos", concluye el científico alemán.
Fuente: http://www.muyinteresante.es/el-olor-y-el-dolor-estan-relacionados

sábado, 16 de abril de 2011

LA ERUPCIÓN QUE CREÓ UNA CALDERA EN LA ANTÁRTIDA


Me parece llamativo que la erupción de un volcán pueda producir una depresión de tal profundidad que quede cubierta por el mar, así como también me resulta sorprendente que una nueva erupción en el volcán de la isla Decepción (que ya originó la caldera sobre la que habla este artículo) pueda generar una nube de cenizas igual a la generada por el volcán islandés el año pasado y que obligó a cerrar el tráfico aéreo de buena parte de Europa.



-Científicos españoles han reconstruido la secuencia eruptiva que originó la caldera volcánica de la Isla Decepción, una de las más activas en la Antártida y actualmente ocupada por el mar, tras analizar sobre el terreno una serie de depósitos que ya forman parte del registro geológico de la zona.
Los trabajos han sido realizados por un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a partir de material expulsado por la caldera, del que se tienen registros de más de 20 erupciones en los dos últimos siglos.
Hace decenas de miles de años, una gran erupción en la Isla Decepción del archipiélago antártico de las Shetlands del Sur, dio lugar a la formación de la enorme caldera volcánica actualmente conocida como Puerto Foster.
Decepción, cubierta por varios glaciares y cuya formación se remonta a hace menos de 750.000 años, se encuentra en el eje de expansión de una zona de apertura donde una placa tectónica se separa de otra.



 Formación de la caldera
Según los científicos, la formación de una caldera se debe al hundimiento de la cima de un volcán por pérdida brusca de presión dentro de la cámara magmática, en donde se acumula roca fundida a pocos kilómetros de profundidad.
La Isla de Decepción se originó por la expulsión de unos 30 km cúbicos de magma en forma de nubes ardientes o material piroclástico, tras una erupción muy rápida, con un volumen de magma expulsado muy superior al normal.
"El volumen de magma que expulsó el volcán se corresponde con un disco de unos ocho kilómetros de diámetro por un kilómetro de profundidad", explica el coordinador del trabajo, Joan Martí, investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera.
Esta caldera es similar a la del Krakatoa (Indonesia), que en 1887 generó un tsunami que causó unos 30.000 muertos y consecuencias climáticas que afectaron a todo el planeta.

Altas probabilidades de otra erupción
Para los investigadores, la probabilidad de nuevas erupciones en la isla antártica es alta. Si ocurrieran, se asemejarían a otras producidas a lo largo de su historia, la última en 1970.
"Sería una erupción relativamente pequeña, similar a la de Islandia del año pasado, pero podría, como aquélla, causar numerosos problemas", apunta Martí.
En caso de erupción, la fusión del hielo de sus varios glaciares podría generar corrientes de fango o el agua resultante podría mezclarse con el magma y ocasionar grandes nubes de cenizas, como ocurrió en la erupción de Islandia.


Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/15/ciencia/1302862186.html